una fuerza interna
y tan frágil ante los rayos del sol.
Tu brillo de libertad
la transparencia que observa
altruista ante los ojos del mundo.
La sabiduría de tus años,
ternura que acaricia mis alas
elevado en el corazón del Taita Imbabura.
Amanecer en la penumbra
Abrir los ojos con un tono agudo
Que retumba en mi oído.
Pisar firme la tierra fría,
Que me da la bienvenida
Al nuevo mundo creado.
Mojar el cuerpo con la lluvia,
Despojarme del pasado.
Descender paso a paso
Tropezar con la misma piedra.
Levantarme y abordar la nave
Desplazarme a velocidad.
Abrir el portón al paraíso
Que muere al atardecer.
Encandilada por tus manos
que se posan
en ese universo blanco y negro.
La vista sobre tus dedos
delicados
sólidos a la vez.
Observo como tu rostro se restaura
sonries
placentera y honestamente.
No me apetece decirte nada
Y sin embargo, me contradigo
Al escribir estas pocas líneas.
Le obsesiona el color,
Rejuvenecer el olvido,
Crear un espacio,
Para músicos y poetas.
Lo embellece todo,
Rescatar lo excéntrico,
Inventar el universo,
Para los lunáticos.
Es su nombre,
Un color con aroma a juventud,
Una flor que lastima.
Evoca ternura materna,
Crió a su infanta,
Ahora tan lejana.
La adolescencia palidece,
Como el pétalo salino,
Que se tiñe de blanco.
Una sustancia idéntica,
Despierta mi deseo,
Las ansias crecen,
Vertiginosamente.
Ligera,
La sosobra decrece,
Duerme el rechazo,
Un espíriru distinto.
En la penumbra del alba puedo entrever una silueta. Inmóvil inquisidor. Siento angustia algo se desmorona en mi. Inmóvil ...