una fuerza interna
y tan frágil ante los rayos del sol.
Tu brillo de libertad
la transparencia que observa
altruista ante los ojos del mundo.
La sabiduría de tus años,
ternura que acaricia mis alas
elevado en el corazón del Taita Imbabura.
A mi entrañable amigo Jaime, quién partió el séptimo mes de dos mil diecisiete
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